Peters
(1984) menciona que se esperaría por medio de la escuela a una persona pueda
ser visualizada por la idea de las consecuencias de sus acciones; que no sea
paranoica o compulsiva, pero tampoco conformista u oportunista de voluntad
débil, que no vea la autonomía como un deber ser ideal de la educación moral,
si no como un continuo construir de criterios autor reguladores de la libertad
humana. En esa dirección, la escuela intencionada a la formación ciudadana, en
concordancia con la ley 115 y el decreto 1860 de 1994, deberá en su PEI hacer
una lectura cuidadosa de su contexto 1 y a partir de ella estructurar un diseño
curricular que integre los principios y fundamentos de la formación ciudadana,
sus estrategias pedagógicas, didácticas y metodológicas, sus planes de estudio
y sus estrategias de constatación, dándoles cuerpo en la concreción de un
manual convivencia y de un gobierno escolar construidos democráticamente.
Si
este proceso de hacerse de manera adecuada, se estaría evidenciando en la
escuela un auténtico espacio para la participación y la formación ciudadana, la
cual contribuye a la adquisición de unas habilidades, destrezas, competencias,
actitudes, argumentos y sentimientos humanos que permitan a las personas
(niños, niñas, jóvenes, maestros y demás adultos implicados en la formación y
socialización) pronunciarse, evidenciarse e involucrarse en las decisiones que
afectan sus vidas, es decir, perfilarse como interlocutores válidos,
importantes, comprometidos e implicados en la formación y la convivencia;
advirtiendo que hacerse un interlocutor no es solo ser un buen escucha, si no
estar en condiciones de participar activamente en la construcción conjunta del
bienestar común.
Lo
anteriormente expresado supone pensar la escuela no solo desde un nuevo contenido
basado en los derechos y deberes, la participación, la formación, política,
ética y moral que configuran una intención y un debe ser, si no también, y al
mismo tiempo, la concreción de mecanismos institucionales, organizativos y
relacionales de protección, vivencia, confrontación y discusión de los derechos
que tienen las niñas, los niños, los jóvenes y adultos, y de los deberes que
todos deben asumir responsable mente para la creación de un espacio democrático
propio para la convivencia, el aprendizaje y la socialización; así no solo se
debe de enseñar al ciudadano, si no, y esto es lo más importante se vivirá la
ciudadanía cuya expresión, en la escuela, es la creación, de un escenario
democrático del reconocimiento, la inclusión, la vivencia de la equidad, la
discusión y construcción colectiva de las normas, los valores y los principios
de convivencia.
La ley
general de educación (ley 115, articulo 5) destaca entre sus fines la formación
y el desarrollo de seres humanos integrales, respetuosos de la vida, de los
principios democráticos del país y demás derechos; habla de un sujeto
participativo, critico, reflexivo, analítico e involucrado en la toma de
decisiones, en el avance tecnológico y científico y en la construcción de una
identidad de país democrático, incluyente y equitativo, es decir, se trata,
desde la ley, de configurar una escuela que soporte el entramado cultural sobre
el cual se significa el accionar humano y se delimitan las frontera de lo
justo, lo bueno, lo malo, lo digno, lo incluyente, lo equitativo y lo
diferente, para construir de esta forma el entendimiento, la vivencia de la
reciprocidad y la convivencia; pero para lograr esta pretensión, la escuela
debe, leer críticamente desde su contexto las posibilidades, alcances y
limitaciones de la ley y sus reglamentaciones (plan racionalización docente,
subsidio a la demanda, fusión institucional, plan evaluación docente y
estándares de calidad) para determinar, en este caso, las posibilidades que las
normas le ofrecen de configurarse como un escenario realmente trasformador de
la cultura.
Bibliografía.
Echavarría
Grajales, Carlos Valerio (2003). La
escuela un escenario de formación y socialización para la construcción de
identidad moral, en Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez
y Juventud, Julio – Diciembre, Vol. 1, No 002, Universidad de Manizales,
Colombia 2003.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario